Tiempo Mágico:
Conté mis años y descubrí que tengo
menos tiempo para vivir de aquí en adelante
que el que viví hasta ahora.
Me siento como aquel joven que ganó
una caja de dátiles; los primeros los comió
con displicencia pero, cuando percibió
que quedaban pocos, comenzó a roer
y disfrutar hasta el carozo.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
Me molestan los envidiosos que tratan de desacreditar
a los más capaces para apropiarse de sus lugares,
talentos y logros.
No pienso aceptar cosas y situaciones
sólo para quedar bien con alguien, ya no más.
Dejaré de volverle la cara a la verdad sólo para seguir
en una falsa comodidad o por miedo al dolor
o a comenzar de nuevo; ahora me arriesgo.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables
donde se discuten estatutos, normas, procedimientos
y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar melindres de personas
que, a pesar de su edad cronológica, son unos inmaduros.
Recuerdo ahora a Mário de Andrade, que afirmó:
“las personas no discuten contenidos, apenas los títulos".
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos;
quiero la esencia, mi alma tiene prisa...
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