Es común leer en la prensa el envío de cientos de dominicanos que cumplieron penas en los Estados Unidos y que nos los mandan en primera clase, amarrados y oh!! ironías de la vida, recibidos como ciudadanos de segunda.
Cuando llegan a la patria que, los vio nacer y de la que se fueron, la mayoria, como exiliados económicos, son llevados inmediatamente, no me pregunten porqué, a la sede de la Direccion Nacional de Control de Drogas, donde son fotografiados, fichados y documentado todo su historial ¨delictivo¨. Lo pongo entre comillas porque es sabido que las leyes estadounidenses contemplan la deportación para inmigrantes que violan sus leyes de tránsito, dan cheques sin fondo, o tienen un perro pitbull a menos de 100 mts. de una escuela.
Hasta aquí la situación sería natural, si tomamos en cuenta que tambien nos mandan a los narcotraficantes, sicarios y asesinos confesos. Pero el detalle esta en juntar mansos con cimarrones y esperar que el resultado sea satisfactorio para todos.
Escuché la historia de un deportado por posesión de cocaína que cumplió cinco años de prisión en Nueva York en el 89 y decía que la única solución posible a sus problemas económicos era volver a delinquir (en el país no tenía ni siquiera una deuda en el colmado).
Al reconocer su error y tratar de reencauzar su vida por el sendero del trabajo honrado, se encuentra con que al solicitar trabajo le exigen que lleve un documento que se llamaba (ya no existe)Certificado de Buena Conducta, que otorgaba la policía nacional, pero que por su situación de deportado, él no calificaba.
Si queremos o mejor dicho si necesitamos reinsertar a los violadores de la ley (aunque no sean nuestras leyes) a la sociedad como miembros con plenos derechos, estamos en la obligación de modificar nuestro sistema de cosas. No es posible que los ciudadanos dominicanos deportados, por la razón que sea, estén impedidos de conseguir trabajos dignos que los alejen de las situaciones que dieron origen a sus actos delincuenciales.
No me consideren ilúso o ingenuo, sé que la mayoria de los que llegan deportados no son San Francíscos de Asís y sus compañeros no son Hermanos Menores (Orden religiosa Creada por San Francísco de Asís), pero tenemos que vigilar, con ojo guardián, que no se nos pase la mano. Existe un departamento de la Policía Nacional que se encarga de darle seguimiento a los deportados (creo que no hacen bien su trabajo), vigilarlos y estar atentos a sus pasos, los cuales van a estar siempre encaminados a buscar dinero, fácil o difícil. Fácil seria delinquir de nuevo y ahora con un master en delincuencia obtenido en los USA que los capacita para infringir la ley en formas nuevas y espectaculares. Difícil sería buscando un trabajo honesto, si no se lo impidieran las mismas situaciones antes mencionadas, Se imaginan un dueño de negocio que vea llegar una patrulla de la DNCD con chalecos y toda esa parafernalia (necesaria para su trabajo), a preguntar por un empleado suyo para ver en que anda y con quien se esta juntando. Lo despide porque lo despide!!!.
Las segundas oportunidades son necesarias en nuestras sociedades, por eso existen los reformatorios y las penas tienen un límite determinado de tiempo.
Necesitamos que se vigilen bien de cerca, pero que tambien se les de la mano para mostrarles que los apoyamos y que estamos dispuestos a aceptarlos (de todos modos están aquí, no nos queda más remedio).
¨El que este libre de pecados que tire la primera piedra¨.
Cuando llegan a la patria que, los vio nacer y de la que se fueron, la mayoria, como exiliados económicos, son llevados inmediatamente, no me pregunten porqué, a la sede de la Direccion Nacional de Control de Drogas, donde son fotografiados, fichados y documentado todo su historial ¨delictivo¨. Lo pongo entre comillas porque es sabido que las leyes estadounidenses contemplan la deportación para inmigrantes que violan sus leyes de tránsito, dan cheques sin fondo, o tienen un perro pitbull a menos de 100 mts. de una escuela.
Hasta aquí la situación sería natural, si tomamos en cuenta que tambien nos mandan a los narcotraficantes, sicarios y asesinos confesos. Pero el detalle esta en juntar mansos con cimarrones y esperar que el resultado sea satisfactorio para todos.
Escuché la historia de un deportado por posesión de cocaína que cumplió cinco años de prisión en Nueva York en el 89 y decía que la única solución posible a sus problemas económicos era volver a delinquir (en el país no tenía ni siquiera una deuda en el colmado).
Al reconocer su error y tratar de reencauzar su vida por el sendero del trabajo honrado, se encuentra con que al solicitar trabajo le exigen que lleve un documento que se llamaba (ya no existe)Certificado de Buena Conducta, que otorgaba la policía nacional, pero que por su situación de deportado, él no calificaba.
Si queremos o mejor dicho si necesitamos reinsertar a los violadores de la ley (aunque no sean nuestras leyes) a la sociedad como miembros con plenos derechos, estamos en la obligación de modificar nuestro sistema de cosas. No es posible que los ciudadanos dominicanos deportados, por la razón que sea, estén impedidos de conseguir trabajos dignos que los alejen de las situaciones que dieron origen a sus actos delincuenciales.
No me consideren ilúso o ingenuo, sé que la mayoria de los que llegan deportados no son San Francíscos de Asís y sus compañeros no son Hermanos Menores (Orden religiosa Creada por San Francísco de Asís), pero tenemos que vigilar, con ojo guardián, que no se nos pase la mano. Existe un departamento de la Policía Nacional que se encarga de darle seguimiento a los deportados (creo que no hacen bien su trabajo), vigilarlos y estar atentos a sus pasos, los cuales van a estar siempre encaminados a buscar dinero, fácil o difícil. Fácil seria delinquir de nuevo y ahora con un master en delincuencia obtenido en los USA que los capacita para infringir la ley en formas nuevas y espectaculares. Difícil sería buscando un trabajo honesto, si no se lo impidieran las mismas situaciones antes mencionadas, Se imaginan un dueño de negocio que vea llegar una patrulla de la DNCD con chalecos y toda esa parafernalia (necesaria para su trabajo), a preguntar por un empleado suyo para ver en que anda y con quien se esta juntando. Lo despide porque lo despide!!!.
Las segundas oportunidades son necesarias en nuestras sociedades, por eso existen los reformatorios y las penas tienen un límite determinado de tiempo.
Necesitamos que se vigilen bien de cerca, pero que tambien se les de la mano para mostrarles que los apoyamos y que estamos dispuestos a aceptarlos (de todos modos están aquí, no nos queda más remedio).
¨El que este libre de pecados que tire la primera piedra¨.
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