Pertenezco a una generación que critíca cosas que otras dan por sentado, con creencias controversiales, las cuales, a veces, no entendemos nosotros mismos, pero eso no es óbice para que las defendamos con pasión y algunas veces hasta sin razón.
Este preámbulo para expresar mi sentir sobre las carreras universitarias y nuestra sociedad.
Entiendo la necesidad de crear profesionales que tienen todos los pueblos, con ello elevan el nivel de vida de sus ciudadanos y consiguen ampliar los horizontes de su cultura.
Hasta aquí eso. Ahora me detengo en nuestro país.
Si R.D. quiere salir de un sub-desarrollo eterno, en el que las desigualdades entre ricos y pobres se amplían por segundo y pasar a ser una nación competitiva en más renglones que playas y peloteros, necesitamos tomar el rábano por los cuernos, aunque el rábano se queje del dolor.
No es posible que sigamos exportando desde las universidades dominicanas a las calles del país a profesionales en cantidades industriales sin tener las industrias necesarias para acogerlos. Me refiero a abogados conchando en carros públicos, ingenieros construyendo sueños detrás de mostradores de colmados y tiendas de repuestos, médicos prestando dinero al módico $... y administradores de empresa manejando los fondos que reciben de sus familiares en el exterior que mantienen en realidad la casa donde él vive.
Mi propuesta es que quien quiera estudiar la carrera que le venga en gana que lo haga; ¡Pero no con el dinero del pueblo dominicano!. ¡Que pague los créditos de una universidad privada!. Sugiero que se cree un Observatorio de Necesidades Futuras. El cual pronosticará, mediante sistemas de investigación económica y social los empleos que se crearán en nuestro país en los próximos quince años. Con esta información se determinarán las carreras universitarias y técnicas, además de las cantidades necesarias para cubrir la demanda de las posiciones que se crearán en el futuro inmediato.
De ahí, que propongo el cierre en todas las universidades donde el Estado Dominicano invierte fondos, ya sean de manera directa o indirecta –supresión de impuestos- de las carreras que no cumplan ninguno con esos fines. Si en los próximos 15 años nuestro país no va a crecer en población criminal –según las estadísticas y esperemos que sea así- en grado alarmante, por qué tenemos, como pueblo, que pagar para crear 100,000 abogados más?. Si nuestra nación necesita creadores de software o bioanalistas o mas enfermeras, por qué no usar los recursos de las carreras de medicina –ni siquiera hay plazas para que hagan sus pasantías- ingeniería y leyes en estas, que nos pueden servir hasta para exportación, lo que crearía una entrada extra de divisas e incrementaría el caudal de remesas que recibimos.
Quiero hacer notar que por ser profesional no me mueve ningún temor mediocre a ser desplazado, au contraire, me anima la pena y vergüenza que siento en algunos colegas y profesionales de otras ramas que se ven impelidos a buscar su sustento diario haciendo cosas que nunca imaginaron en sus duros años de universidad.
Todavía se recuerdan aquellas voces orgullosas que decían: “Soy bachiller”. Tengo un amigo que se graduó de Doctor en medicina y maneja un taxi quien me dijo, con voz muy baja y rabia contenida: soy profesional…..y??
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