domingo, 27 de junio de 2010

Volvamos a las Raices




Hay tres cosas que Jamás he podido comprender: el flujo y reflujo de las mareas, el mecanismo social y la lógica femenina. (Jean Cocteau)

“Si la mayoría de las motocicletas las compran los hombres, los cascos de protección se venden en la misma medida de las motos y en las tiendas de repuestos trabajan mujeres, entonces Carlos me engaña.”

Uno se preguntaría: ¿cómo es posible llegar a esa conclusión?. No sé, pero en el 80% de los casos tendrá razón en cuanto a Carlos.

Creo que esta sociedad –dirigida desde detrás del trono por mujeres- necesita reencauzar sus esencias, reubicar sus prioridades y adecuar sus roles.

En la prehistoria el hombre (macho) salía a buscar alimento cazando y recolectando frutos y la mujer se mantenía en las cuevas atendiendo a la cría. Esto lo hacían por una necesidad natural, porque la mujer duraba nueve meses de embarazo y luego proveía comida (leche materna) para el bebe, lo cual la ocupaba todo este tiempo.

De aquí proviene una teoría sobre la monogamia, pero eso será tema de otro artículo.

Mientras vivíamos de esta manera, el hombre era el proveedor de los bienes materiales y la mujer de los bienes sociales y espirituales, la carga de criar los hijos era bien compartida y nuestra sociedad mantenía en equilibro valores y comodidades.

Entonces llega la etapa de este capitalismo salvaje, en la que se nos inculca que debemos tener antes que ser, que nuestro YO está definido por lo que tenemos nunca por lo que somos. Es en este momento y apremiado por la presión de grupo –término que tanto usan los sociólogos y psicólogos- que las familias, hasta ahora funcionando en perfecto estado armónico, dan su brazo a torcer y ceden a sus presiones.

La mujer, entonces, sale de la casa a trabajar para lograr TENER. Esto determina no solamente que va a crear fricciones con su pareja al competir con ella en el mercado laboral, si no que también está descuidando lo que debió ser uno de los fines principales de la vida en dualidad, su fruto.

Nos han hecho creer que la igualdad de la mujer con el hombre reside en su capacidad de ser ente productivo material en el supermercado del trabajo remunerado y no es así. Hemos creído que el fin último de la vida en pareja es que tengamos los mismos títulos universitarios, los mismos post-grados y el mismo ingreso a final de mes.

Hemos perdido de vista la real naturaleza de la igualdad entre hombres y mujeres. Dios nos creó iguales en dignidad pero diferentes en facultades. En ningún momento puede entenderse como menor el trabajo de la mujer que cría, educa, insufla valores y prepara para una vida en sociedad sin prejuicios y con moral. El verdadero orgullo de una familia debe verse reflejado en sus rostros cuando presentan a sus hijos ante sus amigos y estos comentan lo educados, bien hablados y responsables que son. En estos momentos nos sube mas el pecho al enseñar la nueva jeepeta o el nuevo televisor plasma.

En los países europeos están volviendo a la etapa de la mujer que crea la sociedad desde la familia. Despues de ser los pioneros del trabajo remunerado femenino y someter a sus familias al desequilibrio moral y rastrero, por la ausencia de su principal pilar, han entendido que para poder ser iguales en dignidad, tenemos que ser diferentes. Cóncavo y convexo es lo que crea un núcleo perfecto.

Esto, como nada en la vida, es absoluto. Hay mujeres que no desean ser madres ni formar familias –no son la mayoría, gracias a Dios-. Tambien hay familias que han logrado equilibrar el trabajo de los dos padres con una real convivencia interna. Pero esos son los menos.

La parte de las madres y padres solteros es otra realidad, producto en su mayoría de la desintegración familiar a la que me estoy refiriendo. Ya verán, amigos, que al volver a las raíces de nuestra esencia como seres humanos, hombres y mujeres, estos casos serán, si no eliminados del todo, por lo menos reducirán su frecuencia.

Frase In: …porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada... Ruth 1 16-17

Frase Out: En cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él.” Margaret Thatcher.

En mi caso es: Escoge a una mujer de la cual puedas decir: hubiera podido escogerla más bella, pero no mejor. (Pitágoras)

Hasta luego, amigos conscientes.

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