Cuando pensamos en Navidad, lo
primero que nos llega a la mente es el espectáculo de una opípara cena, mucho
alcohol y largas noches de ruido y música porque no hay trabajo al otro día.
Nada de lo anterior está mal, … de
por sí.
Los accidentes, las intoxicaciones etílicas y de comida, las
depresiones y los robos, eso es lo que no debería suceder y creo que todo esto podría
evitarse, sencillamente si una institución hiciera su papel.
Me refiero a las Iglesias Cristianas.
Como es posible que una fiesta en donde yo propongo el tema, busco los permisos
con los patrones para que no vayas a trabajar, te sugiero la música, creo la decoración,
elaboro la publicidad durante cuatro semanas y al final tu escoges disfrutar la
fiesta con otro tema, divertirte con mis días de asueto, trastornar toda mi música,
y cambiar mi decoración de un pesebre a
un “pote de romo”?
Todos los cristianos, comenzando
por las cabezas, que tan fáciles son para hablar de cualquier tema, tenemos
culpa, gran culpa, por mi gran culpa, de esta situación. Hemos permitido que
cualquier “carajo a la vela” publicista, les diga a nuestros feligreses la
forma de celebrar el Nacimiento de nuestro Líder, Guía y Señor!!!, el cual es
el motivo de que exista esta fiesta!.
No, no es justo que nos dejemos
quitar nuestro derecho, tan fácilmente y con tanta complicidad, de celebrar lo
que para nosotros es la promesa encarnada, la ocasión en que hasta los ángeles
se presentaron a la tierra a proclamar “GLORIA
A DIOS EN LAS ALTURAS Y PAZ EN LA TIERRA A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD”.
Estoy cansado de ver las iglesias vacías
y los colmadones llenos durante todo el año, para tener que aguantarlos también
cuando la fiesta es nuestra y tenemos al invitado de honor!.
Porque no utilizamos los recursos a
nuestro alcance?. Como dice el documento del Concilio Vaticano II,
evangelicemos en nuestra cultura, en nuestro idioma, con nuestras formas.
Porque no creamos una campaña agresiva de radio, televisión, prensa escrita,
internet, redes sociales y cualquier otra herramienta para hacer llegar el
mensaje de que la Esperanza de la raza humana se ha hecho semejante a nosotros
en todo, menos en el pecado?. Porque dejamos de lado que la gran fiesta debe
celebrarse de forma y manera que el VIP no se sienta relegado a un tercer o
cuarto plano, si no que nuestro Señor Jesucristo ocupe un lugar preponderante
en nuestra mesa, en nuestra celebración, en nuestro hogar y sobre todo en
nuestros corazones, por lo menos en la cena, víspera de su nacimiento y en el día
de su cumpleaños.
Vamos a comprar un bizcocho, aunque
sea pequeño, ya que no tenemos esa tradición y vamos a celebrar, como lo haríamos
con cualquier miembro de la familia, y si alguien pregunta quien cumple años,
vamos a responderle: JESÚS DE
NARAZETH!!! Y ESTAMOS FELICES!!.
Hasta luego, amigos conscientes.
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