miércoles, 9 de junio de 2010

Ahh!! la vanidad. Mi Pecado Favorito!!

Las experiencias personales, la mayoría de las veces son solo eso, experiencias de una persona que solo le sirven a ella, de ahí viene el refrán de que “nadie experimenta en cabeza ajena”. Pero hay situaciones inusuales en que una vivencia puede dejar enseñanzas para todo un conglomerado.

Dice Ralph Waldo Emerson que: “Todo hombre que conozco es superior a mí en algún sentido. En ese sentido, aun del necio, aprendo de él”.

Dicho esto quiero expresar mi natural aversión a siquiera considerar consejos de personas que considero con mala fe y malos sentimientos, porque los veo motivados por las razones equivocadas y como “de lo que rebosa el corazón habla la boca”, no los quiero cerca de mí.

Pero hay un caso en especial en el que un “ex amigo” –ya verán porque el término- me enseñó que en la vida “No se tienen ni medio-amigos pero mucho menos medio-enemigos”.

Dice Al Pacino en El Abogado del Diablo: “ …ah! La vanidad. Mi pecado favorito”. Y es cierto, la vanidad lleva a la persona más centrada y cuerda a cometer actos y errores que sin este sentimiento ni lo pensarían.

Una persona que hasta ahora tiene el título de “conocida”, se dejó llevar por cantos de sirena y nos empujó a un tribunal con una situación que hubiésemos podido resolver –como en casos anteriores- de manera amigable y cortés, (no a mí personalmente, pero a quien yo represento).

Nuestra conocida entendía que el liderazgo es algo que se puede imponer a la fuerza o utilizando situaciones creadas –en este caso por ella misma- para colocarse en posición de ser seguida, consultada o buscada por las masas, sin comprender algo que todavía los científicos no han podido embotellar que se llama Carisma.

Es notable que existen individuos que son los líderes naturales donde quiera que llegan sin necesidad de hacer o decir nada fuera de lo normal. Todo el mundo conoce personas que eran los más populares en la escuela y a los que todo el mundo buscaba o quería sentarse a su lado. Esos mismos luego fueron los presidentes de clase en las universidades y pasaron a ser líderes comunitarios y políticos o han desarrollado sus habilidades en el aspecto de los negocios y son los llamados cuando hay que tomar decisiones de mucho peso.

Esta persona a la que me refiero, se arrulla con el sonido de su propia voz y por eso las conversaciones con ella solo llegan a ser discursos a audiencias unipersonales. Cuando alguien trata de denostarme, minimizarme o tratar de hacerme quedar en ridículo, y lo hace con estilo, talento y sabiduría, se ha ganado mi admiración. Pero cuando se hace sin tacto, con desfachatez y tratando de insultar mi inteligencia, no merece mas que mi desprecio y distancia.

No todo lo que brilla es oro y los cantos de sirena a que me referí anteriormente, han llevado a esa persona, como en la mitología, a chocar contra las rocas. No tengo medio-amigos, me precio de tener pocos pero excelentes amigos. Siempre he estado dispuesto a permitir que otras personas se ganen mi amistad y afecto, soy de los que creen que todo el que se me acerca es buena persona, hasta que me demuestre lo contrario. Aprendí que no se deben tener medio-enemigos, porque no sabes qué hacer con ellos y yo a las personas o las tengo cerca o las tengo lejos pero no en el medio. O puedo confiar en ellas o debo cuidarme de ellas.

Estas divagaciones son expresiones de catarsis personal que espero sirvan como guías de conducta a cualquiera que se encuentre en encrucijadas por este estilo. La sonrisa sincera es el reflejo de un alma en paz (no sé si me lo acabo de inventar o lo leí en algún sitio y el alzhéimer me está afectando). Es por esto que sonrío mucho y gasto pocas energías en personas que no la merecen.

Después de expulsar toda esta mala vibra que dejé que me afectara el día de hoy, tomo un respiro profundo …..Inhalo……………exhalo……..inhalo……..exhalo. Ya. A la carga que cada día trae su afán. Hasta luego amigos conscientes.

1 comentario:

Fabio Fernandez dijo...

sabes Ruddy, me recuerdas al abogado del diablo, interpretado por Al Pacino, junto al pajaro-hombre keanu Reaves, cuando al final de la pelicula, sonrie y dice, Ahh, la vanidad, mi Pecado Favorito, saludos de un hermano a otro.